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Introducción al Proceso de Evaluación Psicológica


En 1992 Godoy y Silva definieron la evaluación psicológica como "el proceso o sucesión de pasos destinado a recabar y valorar información necesaria para poder llegar a tomar decisiones racionales con respecto al sujeto o grupo que se estudia"; poco después, en 1998 Garaigordobil la definió como "aquella disciplina que explora y analiza el comportamiento de un sujeto o grupo con distintos objetivos (descripción, diagnóstico, selección/predicción, explicación, cambio y/o valoración) a través de un proceso de toma de decisiones en el que se emplean una serie de dispositivos (tests y diversas técnicas de medida y/o evaluación), tanto para la evaluación de aspectos positivos como patológicos"; finalmente, en 1999, Fernández-Ballesteros la define como una "disciplina de la psicología que se ocupa del estudio científico del comportamiento (a los niveles de complejidad necesarios) de un sujeto (o un grupo especificado de sujetos) con el fin de describir, predecir y, en su caso, explicar y controlar la conducta".

Resulta evidente que aún cuando las definiciones presentan diferencias, las tres hacen énfasis en que la evaluación es un proceso en que se emplean herramientas para llevar a cabo la investigación sobre la conducta o procesos psicológicos de un individuo o un grupo, con la finalidad de describir, diagnosticar, predecir, explicar y controlar la conducta para poder tomar una serie de decisiones.

Ahora bien, cuando hablamos de evaluación psicológica es importante tener en cuenta cuatro aspectos: en primera instancia, la evaluación se nutre de distintas áreas de la psicología, en especial de la psicología diferencial, de la psicología de la personalidad, la cognitiva, del aprendizaje, de la psicofisiología, de la neuropsicología y de la psicopatología, así como de los desarrollos metodológicos de la estadística, la psicología experimental y de las matemáticas.

Por otro lado, a diferencia de la psicología general que busca los principios generales de la conducta humana para establecer los principios que la rigen, la evaluación busca llevar a cabo el estudio científico de un sujeto único (o de un grupo de sujetos), no para establecer los principios generales que rigen su conducta, sino para verificar en qué medida los principios generales de la conducta operan en ese sujeto; ello implica que la evaluación psicológica se realiza con objetivos aplicados a la demanda del sujeto evaluado, que pueden ser de descripción, diagnóstico, orientación, tratamiento, etc.

En tercer lugar, la evaluación psicológica requiere de una tecnología confiable y válida para medir las unidades de análisis comportamentales, de ahí que, en tanto disciplina, la evaluación psicológica no sólo se interese por el empleo de los instrumentos sino también por su desarrollo y construcción.

Finalmente, al igual que como ocurre con la psicología general, la evaluación psicológica, en tanto disciplina, cuenta con distintos modelos o enfoques que han servido de base para entender en qué consiste el proceso de evaluación y cómo conducirlo.

Ahora bien, cuando se lleva a cabo el proceso de evaluación psicológica de un individuo o de un grupo de individuos tenemos que pensar que ésta se lleva a cabo a través cuatro momentos lógicamente articulados.

El proceso comienza con la demanda del cliente, misma que tiene que ser investigada y explorada a partir de entrevistas que permiten delimitar cuál será el objetivo de la evaluación y llevar a cabo una primera recogida de información que a su vez permitirá comenzar a construir hipótesis explicativas sobre la conducta del sujeto; estás hipótesis deberán tener como fundamento las teorías psicológicas que intentan dar cuenta de la dinámica de la conducta y de los procesos psicológicos básicos

Un segundo momento consiste en hacer de las hipótesis enunciados sujetos a verificación a través de instrumentos de medición, así, de cada hipótesis se debe derivar un enunciado verificable que será corroborado o refutado a partir de los resultados de los instrumentos de evaluación, que pueden ser tests psicométricos, listas de chequeo, observación controlada, autorregistros, etc.

En un tercer momento se seleccionan y se aplican los tests e instrumentos que se emplearán para corroborar las hipótesis, una vez aplicados se verificará si las hipótesis iniciales se corroboran o se refutan, de ser refutadas, será necesario indicar que no se tienen conclusiones claras a partir de la evaluación, y será importante desarrollar nuevas hipótesis que permitan responder a la demanda inicial del evaluado.

Finalmente, es importante redactar un informe en el que se responda a la demanda del cliente, ya sea esta el diagnóstico, la orientación, la selección, la descripción, la clasificación o la predicción.

Referencias:

Fernandez-Ballesteros, R (1913). Evaluación Psicológica. Conceptos, Métodos y Estudios de Caso. Ed Pirámide:Madrid


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